marzo 18, 2011

Marzo 18, 2011


Victimizarse transforma a un ser racional en onanista de la autodestrucción, pero cada quien conoce su punto de tolerancia. ¿Por qué los místicos que desarrollaron la técnica de aguantarse golpes sin que emitieran un quejido no sumergían la cabeza en ácido? Hay limites, y si arrastras a un ser humano fuera de ellos lo conviertes en una fuerza impredecible. Las heridas que se abrieron hace décadas difícilmente se cierren con buenas intenciones. ¡Hasta cuando presionarán a un alma torturada! Hay tantas revoluciones escondidas en hombros débiles, tarde o temprano un grito destrozara el cínico imperio de lo predecible.


Imagen: El grito, Edvard Munch.

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